En cierta ocasión le preguntaron a una madre cual era su hijo preferido, aquel al que ella más amaba...
Ella, dejando entrever una sonrisa, respondió:
"Nada es más voluble que un corazón de madre"
Y, como madre, le respondió:
El hijo predilecto, aquel a quien me dedico en cuerpo y alma...
Es mi hijo enfermo, hasta que sane.
El que partió, hasta que vuelva.
El que está cansado, hasta que descanse.
El que está con hambre, hasta que se alimente.
El que está con sed, hasta que beba.
El que está estudiando, hasta que aprenda.
El que está desnudo, hasta que se vista.
El que no tiene trabajo, hasta que lo encuentre.
El que está enamorado, hasta que se case.
El que se casa, hasta que conviva.
El que es padre, hasta que los crie.
El que me prometió algo, hasta que lo cumpla.
El que debe, hasta que pague.
El que llora, hasta que se calme.
Y con un semblante muy diferente a aquella sonrisa, finalizó:
"EL QUE YA ME DEJÓ, HASTA QUE ME REENCUENTRE CON ÉL"
Una madre siempre ve en su hijo la esperanza dormida que un día despertará. Su fe en él siempre la sostiene.
Una madre siempre es una madre... "AUNQUE EL HIJO SE OLVIDE DE ELLA"
Durante nuestra larga o corta vida podemos ser o dejar de ser muchas cosas...... pero en el momento que somos madres NUNCA dejamos de serlo pase lo que pase y pese a quien pese.
ResponderEliminarDejaré fuera de esta máxima a las mujeres que simplemente paren sin llegar a sentirse madres aunque lleguen a parir media docena de criaturas.
No se lo que sienten con esa actitud...... pero sí se lo que dejan de sentir..... y son un cúmulo de sensaciones difícilmente explicables, pero muy gratificantes a pesar de los sinsabores que los hijos nos puedan causar.