No me grites.
Te respeto menos cuando lo haces. Y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo.
Trátame con amabilidad y cordialidad igual que a tus amigos. Que seamos familia, no significa que no podamos ser amigos.
Si hago algo malo, no me preguntes por qué lo hice. A veces, ni yo mismo lo sé.
No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti (aunque sea para sacarte de un apuro). Haces que pierda la fe en lo que dices y me siento mal.
Cuando te equivoques en algo, admítelo. Mejorará mi opinión de ti y me enseñarás a admitir también mis errores.
No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si me haces parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir (y si me haces parecer peor, seré yo quién sufra).
Déjame valerme por mí mismo. Si tú lo haces todo por mí, yo no podré aprender.
No me des siempre órdenes. Si en vez de ordenarme hacer algo, me lo pidieras, lo haría más rápido y más a gusto.
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer. Decide y mantén esa posición.
Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.
Trata de comprenderme y ayudarme. Cuando te cuente un problema no me digas: "eso no tiene importancia..." porque para mí sí la tiene.
No me digas que haga algo que tú no haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.
No me des todo lo que te pido. A veces, sólo pido para ver cuánto puedo recibir.
Quiéreme y dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.
Mensaje muy ajustado a la realidad y realmente aleccionador. Sin duda, ese niño ya ha tenido un buen comienzo de aprendizaje; más bien parece la voz de un filósofo con vasta experiencia.
ResponderEliminarMe llega tarde esta carta. Aunque no creo haber sido mal padre, despues de leer esto, seguro que hubiera sido mucho mejor. !Y es tan fácil seguir esas normas...¡
ResponderEliminarBuen correo para mandarlo a padres que empiezan a serlo.
Permitidme compartir un pequeño relato que me han hecho llegar vía correo electrónico. A pesar del título, creo que en realidad es una leyenda urbana que se distribuye con el marchamo de premio; al objeto de no distorsionar el espíritu con el que fue escrito, utilizo los calificativos originales:
ResponderEliminarPremio de novela corta
EL HIJO P.TA
Estaba sentado el otro día delante de mi ordenador cuando me acordé que tenía que llamar por teléfono a un compañero.
Descolgué el auricular y marqué el número de memoria.
Me contestó un tipo con muy mal humor diciendo:
>'¿Qué quiere?'.
> 'Soy Ignacio Martínez, ¿podría hablar con Roberto
Espárrago?' - dije amablemente.
> 'Te has equivocado, gilip.llas' - me respondió y colgó.
No daba crédito a lo que me estaba ocurriendo. Cogí mi agenda para buscar el número de mi compañero y comprobé que, efectivamente, me había equivocado. Pero como aún recordaba el número 'erróneo' que había marcado anteriormente. Decidí volver a llamar a aquel tipo y cuando me cogió el teléfono no esperé a que contestase y le dije:
> 'Eres un hijop.ta' - y colgué rápidamente.
Inmediatamente apunté aquel número en mi agenda junto a la
palabra 'hijop.ta'.
Cada dos o tres semanas, cada vez que estaba cabreado porque me llegaba una letra inesperada, o un aviso de multa,o discutía con mi mujer, o alguna situación por el estilo, volvía a llamarle y sin dejarle contestar le decía:
> 'Eres un hijop.ta'.
Esto me servía de algún modo como terapia y me hacía sentirme mucho más relajado.
Unos meses después, la maldita Telefónica introdujo el servicio de identificación de llamadas, lo cual me deprimió un poco porque tuve que dejar de llamar al 'hijop.ta'.
De repente, un día se me ocurrió una idea: Marqué su número de teléfono y cuando escuché su voz le dije:
> 'Hola, le llamo del departamento de ventas de Telefónica para ver si conoce nuestro servicio de identificación de llamadas'.
> 'No' - me dijo el tío grosero, y me colgó el teléfono.
Rápidamente lo volví a llamar y le dije:
> 'Eres un hijop.ta'.
Un mes después, estaba yo esperando con mi coche a que una
anciana saliera de la plaza de aparcamiento del Hipercor. Lo hacía muy lentamente y cuando terminó la maniobra y me disponía yo a ocupar la plaza libre, apareció un Golf GTI negro a toda velocidad y se metió en el hueco que iba yo a ocupar. Comencé a tocar el claxon y a gritar:
> '¡Eh, oiga!, ¡que estaba yo esperando!, ¡no puede hacer eso!'.
El tipo del Golf se bajó, cerró el coche y se fue hacia el centro comercial ignorándome como si no me hubiera oído. Yo me quedé completamente frustrado y pensé: 'Este tío es un hijop.ta. El mundo está lleno de ellos'.
Justo en ese momento vi un letrero de 'SE VENDE' en el cristal de atrás del Golf aparcado. Anoté el número y me fui a buscar otra plaza de aparcamiento.
A los dos o tres días, vi en mi agenda el número del primer
'hijop...' y me acordé que había anotado el número del tipo del Golf. Lo busqué e inmediatamente llamé y le dije:
> 'Buenos días. ¿Es usted el dueño de un Golf GTI negro que se vende?'
> 'Sí, yo mismo'
> '¿Podría decirme donde puedo ver el coche?'
> 'Sí, por supuesto. Yo vivo en la calle de Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa, es un bloque amarillo y el coche está aparcado justo enfrente de la casa'
> '¿Cómo se llama usted?'
> 'Enrique Juárez'
> '¿Que hora sería la mejor para encontrarme con usted y discutir los detalles de la operación, Enrique?'.
> 'Pues yo suelo estar en casa por las noches'.
> '¿Puedo decirle algo, Enrique?'
> 'Si, claro'
> 'Enrique, eres un hijop.ta de la host.a' - y colgué el teléfono.
Inmediatamente después de colgar anoté su número en mi agenda al lado del otro y le puse el nombre de 'hijop.ta II'.
Ahora tenía dos 'hijop.tas' para llamar y así estuve durante dos o tres meses, llamando a uno y a otro a otro, hasta que comencé a aburrirme un poco.
Me puse a pensar en serio sobre como resolver este problemilla y al cabo de un par de whiskys se me ocurrió lo siguiente:
Primero llamé al 'hijop.ta I':
> 'Dígame'
> 'Hola hijop.ta' - pero esta vez no colgué y esperé un rato.
> '¿Estas ahí todavía, verdad, cab.ón?' - me dijo.
> 'Si, hijop.ta'.
> 'Deja ya de llamarme o...'
> 'Noooooo'.
> 'Si supiera quien eres te rompía la boca' - me dijo.
> 'Me llamo Enrique Juárez y si tienes coj.nes vienes a buscarme. Vivo en la calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa, en un bloque amarillo; justo en la puerta tengo aparcado mi Golf GTI negro, so hijop.ta. Ahí te espero'
> '¡¡¡Ahora mismo voy para allá!!! Tu sí que eres un hijop.ta y ya puedes ir rezando todo lo que sepas porque te voy a matar a host.as'
> '¿Sí?. ¡Que miedo me das, hijop.ta!' - y colgué el teléfono.
Inmediatamente llame al hijop.ta II:
> 'Dígame'
> 'Hola hijop.ta' - y tampoco colgué.
> 'Como te pille algún día, te voy a...'
> '¿Qué me vas a hacer, hijop.ta?'
> 'Te voy a patear las tripas, pedazo de cab.ón'
> '¿Sí?, pues a ver si tienes coj.nes, hijop.ta. Ahora mismo voy hacia tu casa y te espero junto a tu Golf negro GTI' - y colgué.
Luego hice otra llamada rápida a 'Madrid directo' y les dije que había una pelea de homosexuales en la calle Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa.
A continuación me monté en mi coche y me fui para allá a toda
leche. Juro que fue una experiencia que nunca olvidaré. La mayor pelea que he visto en mi vida. Hasta los cámaras de Telemadrid se llevaron lo suyo.
En fin, después de esto espero que cuando te llame por teléfono me contestes en tono amable porque ya sabes que
¡NO ES BUENO QUE YO ME IRRITE!