11/2/11

EL ELEFANTE ENCADENADO

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente:
¿Qué lo mantiene entonces?
¿Por qué no huye?
Cuando tenia cinco o seis años yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia:
- Si esta amaestrado, ¿por que lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y solo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mi alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.
La estaca era ciertamente muy fuerte para él.
Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía...
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal acepto su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree - pobre- que NO PUEDE.
El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez..



JORGE  BUCAY


10/2/11

CUANDO SEA VIEJITA

Cuando sea viejita viviré una temporada con cada hijo.........¡¡les daré tanta felicidad!!
Igual que hicieron ellos, quiero devolverles toda la alegría que me dieron, agradeciendo cada cosa. ¡Oh! ¡Estarán tan emocionados teniéndome con ellos!

Escribiré en las paredes con lápices de colores, saltaré sobre las camas con los zapatos puestos, jugaré a las casitas con todas las mantas de casa, beberé directo del cartón de leche, lo dejaré fuera del frigorífico, y atascaré los retretes con papel higiénico.

Cuando estén al teléfono y no me puedan ver, revolveré en todos los armarios, cajones, cajas y cajitas.

si me riñen pondré cara de "yo no fuí" y me haré la ofendida.

Cuando me llamen para comer, tardaré en llegar a la mesa.

No me comeré la verdura. Diré que no me gusta la comida, me atragantaré con los cereales, derramaré el agua, el zumo y también la leche, sobre la mesa.

Y cuando se cabreen, lloraré hasta que se desesperen.

Me sentaré bien cerca de la tele, cambiaré de canal cuando quiera, pondré alto el volumen de la música que más les disguste y cruzaré los ojos sólo para ver si me quedo bizca.

Antes de acostarme iré a tomar mi vaso de leche y dejaré entreabierta la puerta del frigo, las luces encendidas y mis zapatos y calcetines en medio de mi habitación, y hablaré con mis amigas por teléfono una hora con cada una, contándoles lo bien que lo estoy pasando.

Buscaré quien haga las cosas por mí, ya no recogeré mis cosas del suelo; no me importará si alguien tropieza con mis zapatos.

Si me piden algún favor les diré:  "¡¡YA VAAAA!!"

Y, más tarde, acostada, me estiraré y suspiraré, cantaré mi canción preferida y pegaré el chicle debajo de la cama.
Le daré gracias a Dios con una oración y cerraré los ojos.

Mis hijos me mirarán con una sonrisa, saldrán despacito del cuarto y dirán:
"¡Es tan tierna cuando está dormida!"

PERO NO ME IMPORTARÁ, LO IMPORTANTE ES QUE PODRÉ DEVOLVERLES LAS ALEGRÍAS QUE ELLOS ME DIERON DE PEQUEÑOS.......

Me pregunto......... ¿me mirarán con una sonrisa o empezarán a buscar un lugar donde haya otras mamas que hagan lo mismo que yo?